Mildemonios

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Robert Kirkman & Jay Bonansinga, Rise of the Governor

In .Inicio, Crítica on 23 octubre, 2016 at 9:44 AM

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Juraría que ya había comentado esta novela alguna vez, pero parece que por aquí no lo hice, porque no encuentro post alguno al respecto.  En todo caso, primero déjenme comentar el contexto en el que leí este libro.  Yo soy un fan del género de zombies, pero no soy un seguidor muy intenso de la serie Walking Dead.  Alguna vez compré los comics, antes de que se volviera un fenómeno, hasta aproximádamente la huida de Rick de Woodbury, en cuyo punto consideré que el comic se volvió muy repetitivo y aburrido.  Insisto en que esto fue antes de que la serie se volviese un fenómeno.

Cuando me enteré que además de los comics y la seria, había novelas que complementaban la historia, no me sentí particularmente interesado.  No obstante, en algún momento tuve uno de esos vales para consumo en Crisol y tuve que canjearlo por lo que más me atraía en ese momento y tenía fecha límite, así que en un momento de debilidad, decidí llevarme a mi casa esta novela con otras dos compras de las que no estoy particularmente orgulloso.  Lo comencé a leer más por curiosidad científica que otra cosa.

Habiendo dicho eso, debo decir que la novela no es mala.  Pero tampoco es sobresaliente.  Tiene un par de detalles en los últimos capítulos que la levantan un montón.  No obstante, para llegar hasta ahí y entender por qué se dan esas revelaciones tienes que haberte tragado un libro que no es muy delgado que digamos.

La historia sigue a un grupo de sobrevivientes que dependen de un líder de personalidad muy fuerte y es el que los mantiene unidos y el que toma las decisiones difíciles.  Los seguidores de la serie lo reconocerán de inmediato.  Entre los que lo acompañan están su hermano, que es un cobarde y un inútil, y su hija, que es la representación de todo lo inocente que queda en este mundo infestado de zombies.  El objetivo principal de este líder es básicamente asegurarle seguridad a su hija.  No le temblará la mano a la hora de sacrificar a alguien más con tal de que la hija en cuestión sobreviva.

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La dinámica del grupo de sobrevivientes -que como suele ser el caso en estas historias, va variando conforme algunos son infectados y otros sobrevivientes se unen- es interesante.  Pero no es nada nuevo.  Los personajes también están bien pintados, pero nuevamente no es nada novedoso.  Quizás en lo que sí sobresale este libro en particular es en la acción.

Lo que hacen los personajes, nuevamente, no es muy original que digamos, pero sí la manera cómo se narra.  Cuando uno mata a un zombie de un martillazo en la cabeza, los autores no solamente cuentan qué es lo que pasa, sino que suelen dar una descripción única de cada muerto viviente.  De esta manera queda claro que estos no son solamente monstruos dando vueltas, sino que cada uno fue alguna vez un ser humano con vida y con aspiraciones y con trabajo y con familia.  El efecto es más dramático, porque Philip ya no solamente está matando a un cadáver reanimado, sino que está matando a algo que alguna vez fue alguien.

Esto en particular me llevó a terminar de leer el libro.  Y fue algo bueno, porque, como ya dije, el final tiene un par de giros argumentales que elevan a la novela a otro nivel completamente.  Road to Woodbury es un libro muy recomendable para fans de la serie o del comic.  Pero además, es un buen libro en general para amantes del género de los zombies.  No obstante, si no caes en ninguna de estas categorías, mejor ni te molestes.  Búscate otra cosa.

Rafael Arévalo, El año del apocalípsis

In .Inicio, Crítica on 10 octubre, 2016 at 3:32 PM

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Todo fan peruano del subgénero de zombies sabe que hay unas cuantas películas peruanas en proceso con esta temática.  Éstas vienen siendo hechas desde hace años y yo personalmente dudaba de que alguna de estas se fueran a terminar.  Pues la semana pasada me avisaron que se llevaría a cabo el pre estreno de una de ellas en una de las salas de proyección del Ministerio de Cultura.

Se trataba de El año del apocalípsis del cineasta Rafael Arévalo.  Una producción independiente de bajo presupuesto que heróicamente ha sido completada y presentada.  Y si bien tiene sus problemas técnicos, es una película que sorprendentemente cumple.

El nombre deriva de la estructura.  La película en realidad son doce secuencias, cada una de las cuales transcurre en un lugar distinto.  Cada una de estas secuencias transcurre además en un mes distinto.  Así, la primera transcurre en enero, la segunda en febrero, etc.  Se supone que están mostrando cómo es que los limeños están sobreviviendo a la epidemia, luego de que ésta ya ha arrasado con la población.  No obstante, a partir de cierta secuencia en el camino, éstas comienzan a relacionarse, de tal manera que toda la película termina siendo una gran historia.

La idea de hecho es buena.  La historia de fondo no está mal.  Algunas de las secuencias son novedosas, a pesar de que el género ya ha sido harto visitado por muchos cineastas.  Por ejemplo, la primera -la referida a enero- tiene su gracia.  No me quejo de que su introducción sea bastante larga, porque en fin, está creando suspenso.  Y no me quejo del zombie con maquillaje artesanal, porque en fin, es una película de bajo presupuesto.  Ni me quejo de que no tenga diálogos grabados, sino que uno los tenga que leer en subtítulos.  Está bien, todo eso lo tolero.  Esta secuencia pasa.

Lamentablemente no toda la película es así.  Hay secuencias que no tienen sentido.  Pero además, hay detalles que rompen con las reglas del género.  Por ejemplo, hay una secuencia en la que un zombie es capaz de recordar que necesita una llave para poder salir del lugar en el que está (o por lo menos eso me pareció entender), buscarla y llevarla hasta la puerta.  Lo que sucede después no se ve, pero asumo que habrá podido abrir la puerta en cuestión.

No, pues.  Un muerto viviente no debería poder hacer eso.  Se supone.  Digo, si nos ponemos puristas.

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Pero ok, está bien.  Dejemos pasar esto y los demás detalles cuestionables de la historia.  Aún así está el terrible problema de la calidad técnica de la película.  Y esto es una pena, porque visualmente no está mal.  No es perfecta, pero cumple.  El director usa locaciones viejas y abandonadas para mostrar una Lima después de la infección.  Y funciona.  Visualmente funciona.  No es perfecto, pero pasa.

No obstante el sonido es imperdonable.  Que los diálogos sean con subtítulos creo que le quita mucho a la acción.  Y que los diálogos que sí son hablados tengan tan mala calidad, también le quita mucho a la acción.

Lo que sí hay que aceptar es que la decisión de cubrir esto usando música particular es muy buena.  La música usada cuadra y funciona bastante bien.  Por momentos uno se olvida que está viendo una película que bien habría podido funcionar mejor como película muda.

Algunos actores que participan en esta película están de más.  Unos cuantos, solamente.  Pero hay otros que deberían llevarse una estrellita por el esfuerzo.  Entre ellos reconocí a Fernando Montenegro -otro cineasta independiente que aquí participa actuando-, Sergio Velarde -a quien había visto en el teatro luciéndose, pero nunca en la pantalla grande- y a Muki Sabogal -a quién reconocerán de otras pélículas como Videofilia-.  Los tres hacen esfuerzos notables por creer en el proyecto y proyectarlo con actuaciones dignas.

Ni modo. El año del Apocalípsis estuvo cerca de ser la película peruana de zombies que todos estábamos esperando.  Habrá que seguir esperando, no más.

Zombies en Villa El Salvador

In .Inicio, Crónica on 6 octubre, 2016 at 4:48 PM

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Mi novela de zombies Réquiem por Lima tuvo buena pegada en colegios, algo que sinceramente me sorprendió.  Un libro de terror sobre muertos vivientes era algo que bien me habría gustado leer como parte de mi curso de Castellano en el colegio, pero que jamás habría sido una opción.  Que hoy en día escuelas se atrevan a brindarle esa alternativa a los alumnos me parece un gran avance, independientemente de que se trate de mi novela.  Si fuese Drácula o World War Z lo estaría celebrando aún más.

Como sea, cuando salió la segunda novela de esta serie, Réquiem por San Borja, tenía mis dudas, porque ésta es un poco más sangrienta y un poco más dura, aunque tiene elementos que podría atraer más a un profesor de comunicaciones en un colegio.  La narración es más fluida, hay saltos en la posición del narrador imaginario, tiene una estructura más sólida, entre otros detallitos.

Así con todo, resultó que sí se ha estado colocando en colegios.  Hace dos semanas me invitaron a hablar en un colegio privado de Surco.  Y la semana pasada fui a otro colegio en Villa El Salvador.

Tengo amigos escritores que odian estar yendo a un colegio a hablar con los niños.  A mí me encanta.  No sólo porque tengo la oportunidad de preguntarles qué es lo que leen y lo que consumen del género de terror, sino qué les gusta y qué no les gusta.  Pero por encima de eso, es divertido a secas.  Simple y sencillo.

Aquí dos videos cortos con parte de lo que hablé ese día.

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La pregunta que siempre me hacen es si la voy a continuar.  Si habrá una tercera novela.  Es posible.  Pero por el momento no está en mi desktop.