
José Manuel Balta es un buen tipo. Ingresó a la Universidad de Lima para estudiar derecho, pero se pasó a comunicación con especialidad en periodismo. Ha sido reportero de Ovación y ha colaborado con IPYS. Actualmente es el responsable del área de comunicaciones en la oficina de desarrollo de la Procura de los Jesuitas del Perú. Y en enero de este año publicó un libro corto de cuentos cortos, De lunes a marte.
El libro tiene apenas 84 páginas y se lee de un tirón. A mí me tomó un fin de semana. Además, los cuentos que incluye son también relativamente cortos: De entre dos a seis páginas cada uno. Esto, por supuesto, tiene sus pros y sus contras. En el caso de la ciencia ficción, que es el género que Balta está cultivando en De lunes a marte, puede jugar en tu contra, porque definir el universo en el que se dará a cabo la historia puede tomar considerablemente más que dos páginas. No obstante, Balta ubica casi todos sus relatos en el presente y en algunos casos incluso específicamente en Lima. Es decir, salta de la realidad conocida a su realidad imaginada y sorprendente. En ese sentido, la reducida extensión de sus cuentos diría que juega a su favor, porque uno ya no está con la atención en la definición del mundo en el que se desarrollará la historia -como suele ser el caso para otros varios autores célebres de ciencia ficción-, sino que la atención se centra en los sucesos mismos.
Un detalle que a mí particularmente no me gusta, que no quiere decir que esté mal, es el tono moralista que tiene algunos de sus cuentos. Las conclusiones de estos dos o tres cuentos son comparables a las de una fábula de Esopo o a las de un capítulo de He-Man, en los cuales alguien al final verbaliza la lección que debiste haber sacado de la historia. Primero, considero que los temas que está abordando son considerablemente más complejos que como se presentan en esos cuentos. Segundo, no creo que funcione bien el que alguien tenga que verbalizar la conclusión. Como por ejemplo, al final del cuento que le da el nombre al libro. El último párrafo de todo el relato es el siguiente:
«Lo único que no hemos podido inventar los humanos es la cura para el egoísmo, la avaricia y la indiferencia. Y mientras no lo logremos, seguiremos vagando por el Universo en busca de un lugar donde podamos vivir en paz».
Con respecto a los demás cuentos, hay un par que intenta sorprender con giros al final de la historia. Son finales bastante arriesgados, pero por lo menos a mí me parecieron buenos. Ojalá Balta se anime a seguir escribiendo y a afinar ese estilo.