La intención de adaptar a la pantalla Dune venía de hacía años. Se había perseguido por décadas. Jodorowski había tratado de armar un proyecto que le tomó un montón de tiempo y que llegó a tener involucrados a varios artistas reconocidos, pero dado que Jodorowski es Jodoroswki, su iniciativa terminó siendo una locura infilmable (la comento en este enlace). Y así se quedó por un tiempo. De pronto, Dino de Laurentiis tenía los derechos de las novelas. El productor italiano que había sacado adelante otras adaptaciones difíciles como Flash Gordon (1980) y Conan The Barbarian (1982) estaba viendo la manera de filmar Dune y eso emocionó a muchos.
Filmar Dune seguía siendo una locura, pero ahora tenía un productor encima reconocido por hacer viables esta clase de disparates justamente. No solo eso, sino además por volverlos éxitos comerciales. De Laurentiis había sido el responsable de grandes éxitos como Barbarella (1968) con Jane Fonda, Blue Velvet (1986) con Kyle MacLachlan, King Kong (1976) con Jeff Bridges, Orca (1977) con Richard Harris, entre otras muchas.
En 1976, inmediatamente después del colapso del proyecto de Jodorowski De Laurentiis lo intentó una primera vez. En esa ocasión contrataron al mismo Herbert para que escribiera el guión, pero su propuesta terminaba durando tres horas. Era demasiado y el guión no era bueno. El productor italiano comprometió entonces a Ridley Scott para que trabajara con Rudy Wurlitzer en un nuevo guión. Scott estaba fresco de Alien. Propuso dividir el proyecto en dos películas. Trabajaron en tres versiones hasta que abandonó el proyecto para irse a hacer Blade Runner. Según Scott, hacer Dune iba a tomar demasiado tiempo y él no estaba dispuesto a dedicarle tanto.
En 1981 De Laurentiis renegoció los derechos de la novela y se juntó con Universal. Decidieron ofrecerle el proyecto a David Lynch, que acababa de tener éxito con The Elephant Man. Lynch en ese momento era bastante solicitado. En cierto momento estuvo vinculado a The Return of the Jedi, por ejemplo. Trabajó por meses con otros guionistas hasta que al final quedó solo y pulió el guión final que sería el que se terminaría filmando. La idea que tenía era filmar un Star Wars para adultos.
La película se filmó en seis meses y a la hora de editar comenzaron los verdaderos problemas. La edición preliminar era de cuatro horas. Aún así Lynch tenía la intención de cumplir con su ofrecimiento de una versión de tres horas. Los estudios comenzaron a presionar para que no pase de las dos horas. Lynch y De Laurentiis colaboraron para reducir escenas, volver a grabar algunas otras con mejor exposición, crearon una introducción en voz en off que no estaba originalmente planeada, etc. Después de todos los trucos, se logró el objetivo.
¿Por qué me detengo tanto en el proceso de la producción, en vez del contenido mismo? Porque esta película está definida por sus limitaciones. Muchos la tratan como una basura (el mismo Jodorowski incluido), pero eso es solo la superficie. En esta película hay muchos elementos bastante buenos. Las actuaciones, por ejemplo, son de primera. McLachlan como Paul Atreides rompe un poco con la metáfora de la maduración de un héroe, siendo un actor mayor cuando asumió el encargo. Trata de hacerlo ver como jovenzuelo al comienzo, pero no puede evitar verse como un héroe de acción maduro. Aun así, actúa muy bien. Incluso las escenas de acción con peleas cuerpo a cuerpo están bien coreografiadas.
Én esta película hay un contraste entre la exuberancia y la excentricidad de los Harkonnen (la casa noble malvada) y la sutileza de los Atreides (la buena). Los actores interpretando a personajes Harkonnen son parodias, caricaturas. Y está bien, ésa era la idea. Brad Dourif es un maestro interpretando al consejero cruel, pero conteniéndose para no ser más cruel. Muchos lo reconocerán como Gríma Wormtongue en Lord of the Rings, repitiendo un papel similar. Sting como el sobrino hambriento por destruirlo todo, Kenneth McMillan como el barón sádico. Todo es una ilustración exagerada de la decadencia.
Al otro lado tenemos a los Atreides, que son los correctos. Sutiles, calmados, equilibrados. Paul es la cúspide de ese estilo de vida. Todos a su alrededor le están enseñando a serlo. Desde su madre, hasta su profesor de música. MacLachlan es muy bueno en mostrar que sí, que Paul es calmado y pensativo, pero que además tiene un conflicto interno poderoso. Él no quiere ser así, pero no le queda otra opción. Vive en un mundo en el que no tiene otra opción.
Los diseños también son geniales, por lo menos así me parece. A muchos les molesta que no fuera más similar a Star Wars, con batallas aéreas y saltos acrobáticos. Pero Lynch estaba tratando de hacer otra cosa. Los espacios son abiertos, los diseños son más geométricos. Incluso el ornicóptero -el medio de transporte de los Atreides- es básicamente una caja con alas. Eso hace contraste con lo recargado de los adornos de los palacios y de otros detalles, típico de las producciones de Dino De Laurentiis. Para su época decepcionó, pero a mí por lo menos me parece que funciona. Ése no es el problema de esta película.
En contra a lo que dicen muchos, Dune no fue un fracaso comercial. Recuperó el dinero invertido -que era un montón para su época- y logró hacer utilidades. Lamentablemente, la crítica se le fue encima y nadie quiso hacer una continuación. No obstante, nos sacamos la espina de tener una adaptación de esta novela. Tendrían que pasar un par de décadas para que alguien lo intente nuevamente, solo que no para la pantalla grande, sino para un canal de cable.