Definitivamente lo mejor de la saga Night Watch fue al comienzo. La propuesta era genial y parecía crear un escenario para todo tipo de aventuras y de historias. Yo lo suelo comparar con la saga de Isaac Asimov de robots. Asimov definió un universo: humanos viviendo en la Tierra hacinados saliendo a explorar el espacio y colonizarlo, luego de lo cual se llegan a crear hasta tres facciones que están en conflicto; en ese mundo hay robots que están sujetos a las famosas tres reglas de la robótica. Cada historia que Asimov escribía en ese mundo giraba alrededor de descubrir cómo se pudo hacer algo o cómo se podría hacer algo con los robots, si es que tenían esas tres reglas infranqueables. Genial. En ese mundo Asimov escribió cuentos y novelas y casi todas ellas son bastante interesantes.
No pasa eso con el mundo creado por Lukyanenko para su serie de novelas y cuentos. Aquí también tenemos un escenario bien definido: la Rusia post-Unión Soviética que está buscando redefinirse. Los individuos no saben qué son y en muchos casos retornan a sus tradiciones anteriores al comunismo. En otros casos, hay una devoción a la burocracia que había durante la Unión Soviética. Se trata de una sociedad en transición, con mucha confusión y muchos problemas. Ahí Lukyanenko cuenta la historia de «los Otros». Unos seres sobrenaturales que pueden hacer magia en la medida en la que se relacionan con la Penumbra, una especie de dimensión encima de la nuestra.
La Penumbra tiene reglas muy definidas. Por eso lo relaciono a Asimov. En el mundo de Lukyanenko, hay Otros buenos y hay Otros malos. Alguna vez estos dos bandos se pelearon entre ellos usando poderes inimaginables y estuvieron a punto de destruirlo todo. Así que para prevenir otro conflicto potencialmente apocalíptico, se estableció una serie de reglas. Para empezar, que los Otros buenos serían regulados por los Otros malos y viceversa. Así nacieron la Guardia Nocturna (de buenos regulando a los malos) y la Guardia Diurna (de malos regulando a los buenos). Ambas Guardias están supervisadas por una entidad superior que tiene acceso a poderes mayores, la Inquisición.
Entonces, si soy malo y quiero usar mis poderes para ascender en mi oficina, tengo que solicitarlo a través de un proceso burocrático que debe ser aprobado por ambas Guardias. Si la Guardia Diurna te lo aprueba, se lo pasa a la Guardia Nocturna, que lo aprueba a cambio de que la Guardia Diurna apruebe un acto mágico bondadoso, como lo podría ser curar a alguien que está por morir. Así la lucha entre el bien y el mal termina reducido a una lucha administrativa por tener ventaja sobre el otro, mientras que la Inquisición revisa que no se violen las reglas y que todo se mantenga equilibrado.
Hasta ahí básicamente estamos en las dos primeras novelas, Night Watch y Day Watch. Hasta ahí genial, porque se ha tomado un set estricto de reglas y se tiene personajes creativos y astutos encontrando maneras de darle la vuelta a todo. Encontrando la manera de sacarle provecho al sistema. En el medio de esto, el personaje principal, Anton Gorodetsky, un analista de la Guardia Nocturna que no es de los hechiceros más poderosos, pero es inteligente y astuto y encuentra la manera de resolver crisis a pesar de ello. Muy buen personaje.
En las siguientes dos (Twilight Watch y Last Watch) se comienza a doblar las reglas. Ahora resulta que hay maneras de ascender de nivel como hechicero, hay formar de hacer que humanos normales sean Otros, que ahora existen también hechiceros absolutos que están más allá del sistema de niveles, etc, etc. No digo que sean malas historias, sino que rompen con el universo que tan inteligentemente había definido en las primeras dos novelas. Para cuando comienzas a leer New Watch, la quinta, ya nada te importa, porque sabes que a lo largo de la historia el autor sacará un conejo de debajo de la manga que explica todo y listo. Siguiente aventura. Lukyanenko se nos puso Rowling.
En la Twilight Watch Anton pasó a ser un hechicero supremo, quitandole mucho del atractivo que creo que tenía como personaje. En Last Watch, no pasa nada relevante. Hay un misterio, se resuelve, muere alguien que luego será retomado (como cualquier otro personaje que Lukyanenko podría haber agarrado de todos los que anda matando) y ya.
En New Watch tenemos una nueva trama que tuerce las reglas. Como las novelas anteriores, la novela está compuesta de tres historias independiente que terminan contando un gran arco. En realidad, en esta novela es que se inicia el comienzo del fin. Aquí es que se introducen los cambios que harán que la saga se acabe una novela después.
Se introduce al Tigre, una especie de manifestación de la voluntad de la Penumbra. Ahora resulta que esta energía tiene voluntad propia y que ésta se puede manifestar a través de un persona con poderes ilimitados, porque tiene conexión directa a la Penumbra, que es la fuente. Este Tigre aparece solamente cuando la Penumbra misma está siendo puesta en peligro y no va a parar ante nada hasta que la amenaza sea eliminada.
La introducción de este nuevo elemento es poderosa, porque es un poder que está por encima de la Inquisición, que hasta ahora era a la que había que temer. Sin embargo, es un elemento que está por encima de las reglas. O sea, sabe dios lo que podrá hacer y sabe dios cómo lo van a vencer. Al final se le vence por un tecnicismo. No es spoiler. Es mala narrativa.
Después la forma como vencieron al Tigre trae un par de consecuencias que son atendidas por Anton y listo. Eso es. Siguiente novela.