Por mi trabajo tengo que leer las noticias todos los días. Tengo que embarrarme de las cochinadas de los congresistas, tratar de darle alguna clase de racionalidad a las estupideces que hacen, lamentarme de que no le hagan caso a las recomendaciones técnicas, etc. Y no solamente seguir todas estas maravillosas y sorprendentes telenovelas políticas en un periódico -de tal manera que por lo menos lea algo ameno-, sino en varios de ellos, para tratar de ver todos los ángulos de un mismo problema.
Como entenderán, apenas puedo me refugio lo más lejos que puedo de toda esa maraña de ineficiencia, incompetencia e intereses encontrados: en la literatura de fantasía. Es más, prefiero leer una novela de terror viseral antes que la transcripción de la pachotada en la que se aprobó prohibir al Ministerio de Salud repartir anticonceptivos.
Así es como llegué a la primera aventura literaria del conocido director mexicano de cine fantástico Guillermo del Toro (quien, dicho sea de paso, abiertamente cuenta que para poder hacer fantasía tuvo que salir de México, porque en su país natal todos lo presionaban para que se dedicara solamente a contar cómo todos ahí supuestamente se mueren de hambre), The Strain. La venden en Crisol bajo la inexplibable traducción del título de Nocturna. ¿Por qué? ¿Por qué le cambian el nombre? ¿Acaso la historia transcurre toda de noche? No, señor. Para nada. ¿Hay algún personaje que se llame Nocturna? Tampoco. Menos. ¿Suena mejor Nocturna que La Tensión o qué sé yo? Nunca lo sabremos.
En todo caso, la novela de Guillermo del Toro, co-escrita por Chuck Hogan, para mí fue una gran decepción. No es mala, pero considerando que se trata del maestro Del Toro, esperaba mucho más. La historia es lineal (A, entonces B, entonces C, entonces D), los personajes son típicos de una novela de fantasía de terror, la justificación para la amenaza es recontra cliché, etc.
Lo único que salva a la novela (además del excelente trailer que le han hecho y que pueden ver en el site oficial de la novela) y por lo que seguí leyendo hasta el final es la genial manera como describe las situaciones. Tú sabes desde el comienzo que a la abogada se la van a comer. Tú sabes también que la estrella de rock se va a transformar en vampiro eventualmente. Pero la manera cómo lo narran -que asumo viene de la mente del experimentado narrador literario Chuck Hogan, más que del principiante Guillermo del Toro- mantiene el suspenso de manera satisfactoria.
En resumen, si como yo están hartos de enfrentamientos inútiles entre dogmas religiosos y argumentos científicos, mejor búsquense otro libro. The Strain es una novela para fanáticos.
(Originalmente publicado en Economía de los Mil Demonios, 23/10/2009)