Hace tiempo en otro blog comenté esta novela. Pero es tan buena, que la voy a comentar de nuevo. Y es que esta novela me encanta, así que no hay problema. Y cuando digo que esta novela me encanta no solamente digo que me gustó a un nivel personal, porque toca temas que personalmente me afectan, sino que además considero que es una patada a un género que estaba quedándose estancado. Guardia nocturna es una maldita genialidad por donde la veas. Inicia una serie de novelas que no serán tan buenas como esta primera novela (a mi parecer, por lo menos). Pero esta primera es una genialidad.
La premisa es excelente. Los humanos a veces nacen con habilidades sobrenaturales. La potencia de esas habilidades se irá descubriendo de a pocos: Luego te ordenarán por niveles. Así, puedes ser un brujo nivel dos o un vampiro nivel tres. Eso no es problema. Tampoco el hecho de que la naturaleza de los poderes de estos distintos humanos mágicos es distinta. Así, puede haber una bruja cuyo poder es curar, como puede haber otro hechicero cuyo poder es ver el futuro. O quizás eres un Otro con poderes más generales. Todo esto resulta, pues, en un gran desastre. Porque por encima de todo eso está el hecho de que puede haber Otros buenos y Otros malos. Y esto hay que regularlo.
En el pasado los conflictos entre los Otros buenos y los malos llevó a la humanidad al desastre. Así que se organizaron de la siguiente manera. Si eres bueno, estás supervisado por al Guardia Diurna, una especie de policía malvada. Si eres malo, estás supervisado por la Guardia Nocturna, una agrupación de Otros buenos que revisa que los Otros malos civiles no se excedan. Solo así se puede garantizar el equilibrio necesario para que los Otros no se maten entre ellos y arrastren a la sociedad humana en el proceso.
No obstante, los Otros malos son malos, pues. Y los buenos son buenos, ni modo. Así que si un vampiro quiere salir a cazar, puede hacerlo, pero previamente tiene que pedir permiso a la Guardia Nocturna. Y ésta, en un proceso burocrático puede dar el permiso o no. Si lo da, le da margen a la Guardia Diurna a un permiso similar a un Otro que quiere hacer algo bueno. Por ejemplo, una sanador a curar a su vecina de cáncer. Esto asegura que los dos bandos están constantemente cancelándose mutuamente, lo que asegura un equilibrio de poderes.
La novela contiene tres relatos supuestamente independientes, que están unidos por un gran arco. Pero, ¿saben qué? La trama de estos relatos no son lo importante. Lo realmente importante es el mundo que el autor ha creado, los excelentes y sólidos personajes que lo habitan y cómo estos relatos supuestamente intrascendentes terminan siendo de relevancia cósmica.
Por ejemplo, en el primero de estos relatos Anton -el personaje principal de toda esta saga- descubre a una joven que tiene el potencial para ser la Otra más poderosa de su generación. Es inocente, no sabe qué es lo que pasa y sin querer está poniendo en peligro todo Moscú. Esta joven, Svetlana, terminará siendo terriblemente poderosa en las historias por venir. Y fue Anton el que la salvó. Un Otro de luz de bajo nivel.
Éste es otro detalle que me encanta de la saga en general. El personaje principal, Anton, es un hechicero de bajo nivel. Se codea con poderosos Otros, reta a villanos que podrían desaparecerlo con la mirada, pero aún así va a hacerles frente. Y es que Anton no tendrá grandes poderes mágicos, pero es una persona muy astuta. Sabe navegar en este mundo de reglas y procedimientos burocráticos e instituciones que regulan a instituciones. Anton encuentra la manera siempre. Es una especie de MacGyver en un mundo habitado por hombres lobo y vampiros y brujas.
Es fantasía urbana como nunca antes la había leído y como nunca después la he encontrado. Incluso las demás novelas de la serie, que están buenas, pero no al nivel de ésta.
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